viernes, 15 de octubre de 2010

REFLEXIONES SOBRE LA CRISIS INSTITUCIONAL EN EL IEMS, COMO LO HEMOS VISTO CON NUESTROS PROPIOS OJOS



El IEMS, un proyecto de origen popular, iniciado durante el gobierno de CCS, y luego seriamente estructurado bajo el gobierno lopezobradorista, se fue pervirtiendo con el paso del tiempo. Los diferentes Directores que no mostraron interés en mejorarlo, inclinándose más por el pragmatismo político y la burocratización del sistema.

Surgió entonces un movimiento sindical de base que demandaba justamente los derechos que el gdf regateaba.

Se dieron luchas y se conquistaron los reconocimientos del SITIEMS y posteriormente del SUTIEMS, el primero compuesto sobre todo por administrativos; el segundo, por docentes. Ése fue el primer error: dividir la lucha de los trabajadores.

Los sindicatos peleaban por la titularidad y ofrecían las perlas de la virgen. La guerra estuvo a la orden del día.

En este contexto, la autoridad dio juego político primero al sitiems y luego al sutiems, con propósitos a todas luces de control e injerencia.

Así empezó la confusión. Los trabajadores, desconfiando unos de otros –quizá algunas veces con razón- iniciaron luchas intestinas absurdas, donde la defensa de los derechos legítimos pasó a segundo plano mientras que la intriga, la grilla y los odios personales pasaron a primero.

Esto fue aprovechado por la autoridad para imponer un plan que vulnera las condiciones de trabajo. La propia autoridad ha alimentado los enfrentamientos entre los trabajadores, quizá con el posible fin de desconocer en un futuro a los contendientes mientras avanza su reforma laboral. Esto pone en puerta la posible liquidación del auténtico sindicalismo como ya ha sucedido con otras instituciones.

La historia se repite: la primera vez sucede como tragedia (Cananea, Mexicana de Aviación, Luz y Fuerza del Centro); la segunda como comedia (IEMS). En aquellas instituciones, los trabajadores enfrentaban condiciones realmente depauperadas, producto del neoliberalismo. Trabajaban en condiciones que volvían estériles sus esfuerzos. Se alegó improductividad y se cerró la fuente de trabajo. Los trabajadores no pudieron más que contestar con lo que tenían: el derecho a huelga y la movilización… acá percibimos un sueldo envidiado por el resto de los sistemas. Producimos aproximadamente un estudiante por DTI. Sin embargo, hacemos huelga porque percibimos unos sueldos de miseria, como los llaman algunos representantes sindicales, y a últimas fechas estamos parando las escuelas a cada rato porque nuestras condiciones de trabajo -a decir de los mismos- son deplorables: porque no nos dan fotocopias, porque se descompuso la impresora, porque la autoridad local nos es antipática o porque suspendieron el correo interno. Aunque estas demandas tengan en parte razón de ser, resulta nefasto dejar de lado por ello la lucha por reivindicaciones laborales realmente importantes como son: clave de base para las plazas; reconocimiento de antigüedad, donde la representación sindical en vez de ayudar ha sido un lastre; integración salarial, pues un salario base de 6 mil, impacta directamente las posibilidad de una pensión y prestaciones dignas como los préstamos para vivienda, así como el peligro inminente de que el salario real baje, pues no está legalmente reconocido. En todo esto ha faltado un análisis serio por el sindicato.

Un resultado objetivo de esta política institucional, aunado a la falta de análisis serios por nuestro sindicato, es el divisionismo, cuyo ejemplo más claro es el caso de Tlalpan 1:

Cuando el SUTIEMS llegó a Tlalpan 1, varios profesores nos unimos a él porque creemos en la lucha sindical. Nos unimos por solidaridad, y porque en esos momentos las condiciones laborales eran de una inestabilidad indignante. Trabajamos en la elaboración del EPA, contribuyendo codo a codo con gente de la que no se veía muy bien bajo qué intereses actuaban (después se vio que era el interés de figurar, de agarrar hueso, etc.). Mientras esto hacíamos, el grupo que ahora se ha apoderado del sindicato llegaba al plantel --cuando parábamos para exigir que se derogaran los lineamientos de asistencia y puntualidad--, se paraban a vernos y se reían de nosotros. Ahora presumen que lo ganado se debe al Sindicato, como si ellos hubiesen sido parte de aquellas luchas.

Viendo que ni así lograban debilitar la voluntad, fueron poco a poco minando la unidad del sindicato y para ello tomaron como bandera los ataques a la coordinadora, resultado de envidias justificadas o no, viejas rencillas, y odios personales, acusaciones no probadas hasta hoy, consiguiendo aglutinar a algunos trabajadores que perdieron los objetivos esenciales de la lucha. Los representantes del plantel fueron también mareados por el pequeño grupo antedicho, que finalmente decidió entrar en masa al sindicato (una masilla de alrededor de 15 personas) apoderándose del SUTIEMS Tlalpan 1. Ante esto y los desatinos de los representantes, muchos afiliados sensatos decidieron abandonar la agrupación. Otros simplemente se han mantenido al margen hasta quedar la sección con una fuerza de reducida a menos de la mitad, dejando a todos los trabajadores en la indefensión laboral.

Ante el éxodo de afiliados, los representantes recurrieron al clientelismo. Por ejemplo: defendiendo causas indefendibles con trabajadores que, violando reglamentos, gracias a su auxilio lograron evitar la sanción. Además, el susodicho grupo buscó hacer más ruido magnificando problemas de poca monta. Y en su afán por no quedarse solos empezaron a prometer nuevas plazas y basificación de las existentes, sin haber seguido el proceso legal ni político para lograrlo, lo que evidencia su falta de seriedad. Últimamente han intentado manipular a los estudiantes, utilizando viejas banderas, como la necesidad de espacios deportivos, y dejando de lado cuestiones como la reformulación de la currícula y programas de calidad en nuestra institución.

La dirigencia del sindicato se corrompió. Se corrompió porque se dio cuenta de que estar al frente deja beneficios. Utilizando permisos sindicales para provecho propio, buscan el disfrute de privilegios y canonjías a cambio de no hacer un trabajo serio en la lucha por nuestros derechos.

Ante todas las anomalías anteriores se organiza “La Orquesta”, que no es ni un grupo de choque, ni a las órdenes de la Coordinadora, ni nada equivalente, como pretende hacerlo creer el grupo que se apoderó de nuestro sindicato. La Orquesta surge como un grupo de análisis y defensa del sentido común y la racionalidad, porque no se puede defender al trabajador y a su fuente de trabajo con una estrategia oportunista y carente de valores éticos. Surge ante la falta de democracia ya no sólo a nivel local, sino en todas las estructuras del sindicato, por parte de aquellos que se han reelegido ya dos veces y cínicamente afirman que es porque ellos sí saben cómo hacerlo (lema de la campaña zedillista, cuyos resultados sufrimos). Este grupo ya había venido trabajando, y podemos corroborar su activismo sindical en la formulación por parte de los trabajadores del EPA, en los paros para anular lineamientos de puntualidad y asistencia (que ganamos mientras ellos se mofaban de nuestra lucha), y en el análisis y crítica del Plan Bazán, que hasta la vez no se ha detenido porque nuestros representantes estaban muy ocupados pretendiendo reelegirse por segunda vez.

Aunque nos parezca superfluo por lo mentiroso de la comparación, señalamos que equiparar la orquesta a la mafia siciliana -como lo hacen nuestros denostadores- no los vuelve a ellos revolucionarios sólo por el lenguaje que utilizan, sino que se reafirman como los mismos oportunistas de siempre.

El sindicato -este grupo vergonzante- ha tratado de criticar, pero su crítica se ha reducido a denostar: por ejemplo, poniendo apodos –dizque musicales- a los miembros del grupo, pero sin aceptar el debate respecto a la verdadera defensa de nuestros derechos.

Somos La Orquesta porque este nombre manifiesta mejor nuestra idea de democracia, en la que se armonizan las diferencias para la defensa de nuestros derechos. Repudiemos la intolerancia y el hostigando a los que piensan distinto, mediante el Santo Oficio de la “Comisión de Honor y Justicia” sindical, que suspendió en sus derechos a compañeros que se atrevieron a practicar la democracia en sus delegaciones, cambiando a líderes que ya no eran representativos del interés de los trabajadores. 

Repudiamos la grilla que nos denigra a todos como individuos y como colectividad, y que hace a dirigentes sindicales llamar pejeprepas a una institución de la que –si hacemos bien nuestro trabajo- debemos enorgullecernos, denigrando además a uno de sus principales impulsores: Andrés Manuel López Obrador. ¿Acaso lleva esa expresión fines políticos? De ser así ¿quién está atrás de estas difamaciones?

La Orquesta, aclaramos, no está contra la movilización legítima de los trabajadores en la defensa de sus derechos. Pero tampoco creemos que sea un derecho legítimo atacar a alguien sólo porque nos cae mal, sin razones ni argumentos demostrados. Como señalamos, antes ya estuvimos en el sindicato y aportamos nuestro trabajo y nuestra buena voluntad, pues sabemos lo que significa ser sindicalistas. Por eso nos oponemos a la farsa que estos malos comediantes han montado, en sus intentos oscuros de arrastrar al Instituto a un hoyo que quién sabe a qué intereses estén sirviendo.

Iniciamos ya –y difundiremos posteriormente- como grupo, un trabajo de análisis de la institución, condiciones laborales locales y nacionales, etc., porque sabemos que es lo que hace falta. Y convocamos a esos “sindicalistas” a que hagan lo mismo, a debatir y confrontar propuestas para sacar la más conveniente para los trabajadores. Esta es nuestra grilla: así suena la orquesta en la defensa de nuestros derechos ¿Qué dicen?

Usamos este lenguaje comedido para responder a los denuestos que han sido lanzados en nuestra contra y para mostrarles que no tenemos miedo. Pero con las palabras, van las ideas, que tan escasas andan por estos rumbos a la fecha. 

La Orquesta asume sobre todo, la responsabilidad de exigir a las autoridades cumplan su función en la solución de los muchos problemas que nos quejan y de los cuales hemos mencionado algunos. Y sobre todo, que se hagan responsables de la parte que les toca en esta situación que su inacción nos ha llevado: de una política seria y bien intencionada a la grilla barata, quizá con el propósito de dividirnos y avanzar en la reforma laboral neoliberal, con la ayuda de una dirigencia sindical que de izquierdista no tiene nada.